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Los operadores Privados de Viajeros
(demasiado antiguo para responder)
Corail
2015-10-12 20:28:22 UTC
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Hola a todos:

Salvo las empresas que van francamente mal, existe la costumbre de editar informes anuales que muestran a los accionistas, a los empleados, a los proveedores o simplemente, a los dueños, las grandes cifras que demuestran lo bien que va esa empresa y lo buenos que son sus directivos.

La estadística puede obrar milagros si se escogen los diagramas precisos y los consultores externos tienen auténticos especialistas en maquillajes de cifras que muestran lo útiles que son "sus chicos" para la empresa parasitada. Esos informes vienen a ser como las fotos de las dietas milagro que aparecen en todas las revistas del corazón donde supuestamente se muestra a la misma persona antes y después del tratamiento ofertado.

En el mundo de la empresa privada también hay una buena dosis de autobombo y más moral que el Alcoyano, pero siempre llega el momento del contraste, de la triste realidad, de la prueba del algodón... y es que por muchas toneladas de informes favorables que hayan impreso sus empleados o asesores, si una Empresa no logra vender sus productos o pierde dinero con sus operaciones, no es viable y punto.

Se puede mejorar un mal año, se tendrá una mala caída cuando haya que realizar una fortísima inversión y pueden ocurrir cosas imprevistas que tiren abajo la cuenta de resultados, pero nunca pasan estas cosas durante más de dos o tres años seguidos sin que haya consecuencias drásticas para el equipo directivo.

¿A qué viene todo este rollo?

Viene a que este año el Ministerio de Fomento trató de poner en marcha la esperada liberalización del transporte de viajeros. Se suponía que desde que el AVE echó a correr, apareció un atractivo nicho de mercado que animaría a cualquier empresa a poner trenecitos de alta velocidad y a llenarse los bolsillos de millones. Se sospechaba que en parte, la liberalización tendría éxito porque las políticas empresariales de Renfe no han podido ser más destructivas y ahora los nuevos operadores privados se encargarían de elevar la rentabilidad hasta el infinito y más allá... pero no va a poder ser. Al menos por el momento. ¿Y eso por qué?

Pues porque todo este despropósito se basa en el pago de un canon al ente estatal ADIF por el uso de la vía pública (nunca mejor dicho eso de "vía") y, claro. Ahora nos topamos con la realidad. Y la realidad es que España no tiene una demanda mínima que permita hacer "sostenible" el mantenimiento y explotación de la red de alta velocidad. Hablando clarito: Los costes por el uso de la vía son tan altos que no hay narices a ganar mucho más dinero que el que se pierde pasando la bateadora y el tren auscultador.

Todos los operadores privados que estaban dispuestos a competir contra Renfe han pasado de frotarse las manos a mandar todo a la porra asqueados por lo que han considerado una propuesta inviable.

¿Podemos decir que estos señores fueron engañados? Pues no. Todas estas empresas entienden de números y saben perfectamente que no se venden duros a peseta, pero esperaban que ocurriese lo que ocurre casi siempre que el Gobierno se equivoca con las cuentas... Y lo que esperaban era que el Ministerio de Fomento bajase los precios del canon y pagase con el dinero de nuestros impuestos la diferencia para que un puñado de empresas privadas hiciesen sus negocios y ganasen dinero.

En una situación "normal" habría ocurrido precisamente ésto, igual que cuando se regalaron las concesiones de líneas de autobús, cuando se privatizó Aena o cuando se regaló la empresa Trasmediterránea al grupo Acciona.

Pero mira tú... Ahora no va a poder ser por culpa del techo de déficit. Y es que si el Gobierno "perdona" una parte de ese canon a las operadoras privadas, tendrá que computar todo ese dinero como un gasto y en cuanto ese gasto en subvenciones a amigotes se acercase al 33% del beneficio del canon, la operación de liberalización se saldaría con un balance cero y quedarían en entredicho todas las ayudas que hemos estado recibiendo de fondos europeos para poner en marcha nuestra flamante red de alta velocidad.

Teniendo en cuenta que a todos los concursantes les pareció desmedido el precio del canon podemos suponer que ninguno de ellos se va a arriesgar a comprar o alquilar material móvil de alta velocidad para no tener beneficios o arriesgar mucho dinero a cambio de nada.

Pero lo más sangrante es que, debido a las presiones de Renfe, Adif solo está dispuesta a sacar a concurso un par de corredores de alta velocidad que quedarían en manos privadas exclusivamente, pero no la línea de Madrid a Barcelona bajo el pretexto de que si no hay demanda para un solo operador, menos demanda va a haber para más de un operador, lo que demuestra que no iba a aparecer ningún Ryanair de los carriles.

¿Cómo acabará la historia?
Bueno... estamos en temporada pre-electoral. No se hablará del asunto hasta que pasen las elecciones y cuando nos plantemos en el año 2016 alguien inventará una fórmula de ingeniería empresarial que consistirá más o menos en una join venture formada por Renfe al 75% y otro operador privado al 25%, que se harán con las líneas a concurso y que utilizarán trenes y personal de Renfe para hacer el mismo servicio que podría realizar Renfe en solitario. Se cumplirá la Ley, la noticia aparecerá en la sección de economía de algún periódico que tapará el escándalo con los supuestos beneficios sociales y de imagen y bla bla bla.

La pena es que con ello ya nos podemos despedir del sueño que algunos albergábamos de la llegada de un operador privado que diese a Renfe una buena lección de cómo se debe gestionar una empresa ferroviaria.

Pero no... No habrá lección. No cambiará casi nada. Cada vez tenemos menos ferrocarril convencional y si tirásemos de hemeroteca, por las promesas que han ido realizando los políticos desde el año 1990, cada vez tendríamos menos déficit y más servicios ferroviarios de calidad. ¿Y qué tenemos?

Tenemos cuatro corredores de alta velocidad con concepción troncal y centralista de los que uno apenas llega al balance cero cuando hay picos de demanda y los otros tres apestan a ruina desde que se inauguraron. Pero lo más importante es lo que ya no tenemos... ¿Y qué no tenemos?

No tenemos ya trenes regionales, ni trenes de mercancías, ni trenes de largo recorrido de velocidad convencional, ni trenes internacionales, ni atención decente al viajero, ni tarifas populares, ni un auténtico servicio público.

En un país que interpreta en clave política el fracaso electoral ajeno como una victoria propia, los directivos de Renfe, que en buena parte son viejos cargos políticos reciclados, interpretarán el fracaso de la liberalización del transporte de viajeros como una señal de que en Renfe "se están haciendo bien las cosas" y como ninguno de los paisanos vamos a decirles nada (más que nada por no perder más el tiempo en cosas inútiles), seguiremos con esta orgía de cierres, alteración de horarios, supresión de servicios y sobre todo, de gasto desmesurado e incontrolable del dinero público en cosas que no podremos medir ni fiscalizar.

Hay quien se aburre con programas culturales como "el hormiguero" y ve en esto un cierto paralelismo con lo que ocurrió con la Ley de Ferrocarriles del año 1855, en la que el Gobierno de Isabel II esperaba inocentemente que con unas condiciones leoninas y caprichosas, las empresas privadas extranjeras vinieran a tirar su dinero en España en un esfuerzo inversor que ni siquiera estaban dispuestos a plantearse las grandes economías nacionales. Nacionales pero no tontas, y profundamente sabedoras del grado de corrupción e inconsciencia que pueden llegar a tener los políticos que se dejan llevar por los cantos de sirena de los aduladores y no se molestan en sumar 2+2 sin ayuda, antes de tomar sus decisiones.

En fin... Así nos va, y lo que es peor... Así nos irá.
Armando Guerra
2015-11-02 15:49:16 UTC
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Interesante como siempre tu intervencion...

La liberacion del transporte ferroviario tanto de viajeros, como de mercancias no sera mucho tiempo real. Mas irreal es la de viajeros de largo recorrido y Alta Velocidad.

Solo en determinados casos de Cercanias, merced a las subvenciones de los diversos gobiernos nacionales y regionales se puede llegar a un aceptable resultado con operadores privados despues de conseguir contratos que posibiliten una explotacion rentable.

La rentabilidad es en todo caso para la propietaria de la red, en nuestro caso el ADIF que obliga a un pago por casi todos los conceptos: Numero de paradas, longitud de los trenes, numero de viajeros, velocidad, hora de circulacion, consumo de energia electrica y un largo etc.

A pesar de todos estos problemas, en Alemania, cada vez son mas las empresas privadas que compiten con la "Renfe Alemana" en Regionales con modernos trenes mas confortables que la DB, mejores servicios y para el consumidor lo mas importante: Sin las muy frecuentes huelgas.

En el caso de Mercancias es algo mas facil de comprender, ya habia indicado que unos amigotes mios son propietarios de 50 vagones de mercancias para 90 Tm cada uno y con los que formaron trenes de hasta 3.000 Tm. Actualmente no pasan de 2.000 Tm. ni mucho menos de 600m de longitud. El motivo son las tarifas que fiscalizan diferentes detalles como la ocupacion de la via, la velocidad y el peso por ejes o por el peso por metro de los trenes.
Post by Corail
Salvo las empresas que van francamente mal, existe la costumbre de editar informes anuales que muestran a los accionistas, a los empleados, a los proveedores o simplemente, a los dueños, las grandes cifras que demuestran lo bien que va esa empresa y lo buenos que son sus directivos.
La estadística puede obrar milagros si se escogen los diagramas precisos y los consultores externos tienen auténticos especialistas en maquillajes de cifras que muestran lo útiles que son "sus chicos" para la empresa parasitada. Esos informes vienen a ser como las fotos de las dietas milagro que aparecen en todas las revistas del corazón donde supuestamente se muestra a la misma persona antes y después del tratamiento ofertado.
En el mundo de la empresa privada también hay una buena dosis de autobombo y más moral que el Alcoyano, pero siempre llega el momento del contraste, de la triste realidad, de la prueba del algodón... y es que por muchas toneladas de informes favorables que hayan impreso sus empleados o asesores, si una Empresa no logra vender sus productos o pierde dinero con sus operaciones, no es viable y punto.
Se puede mejorar un mal año, se tendrá una mala caída cuando haya que realizar una fortísima inversión y pueden ocurrir cosas imprevistas que tiren abajo la cuenta de resultados, pero nunca pasan estas cosas durante más de dos o tres años seguidos sin que haya consecuencias drásticas para el equipo directivo.
¿A qué viene todo este rollo?
Viene a que este año el Ministerio de Fomento trató de poner en marcha la esperada liberalización del transporte de viajeros. Se suponía que desde que el AVE echó a correr, apareció un atractivo nicho de mercado que animaría a cualquier empresa a poner trenecitos de alta velocidad y a llenarse los bolsillos de millones. Se sospechaba que en parte, la liberalización tendría éxito porque las políticas empresariales de Renfe no han podido ser más destructivas y ahora los nuevos operadores privados se encargarían de elevar la rentabilidad hasta el infinito y más allá... pero no va a poder ser. Al menos por el momento. ¿Y eso por qué?
Pues porque todo este despropósito se basa en el pago de un canon al ente estatal ADIF por el uso de la vía pública (nunca mejor dicho eso de "vía") y, claro. Ahora nos topamos con la realidad. Y la realidad es que España no tiene una demanda mínima que permita hacer "sostenible" el mantenimiento y explotación de la red de alta velocidad. Hablando clarito: Los costes por el uso de la vía son tan altos que no hay narices a ganar mucho más dinero que el que se pierde pasando la bateadora y el tren auscultador.
Todos los operadores privados que estaban dispuestos a competir contra Renfe han pasado de frotarse las manos a mandar todo a la porra asqueados por lo que han considerado una propuesta inviable.
¿Podemos decir que estos señores fueron engañados? Pues no. Todas estas empresas entienden de números y saben perfectamente que no se venden duros a peseta, pero esperaban que ocurriese lo que ocurre casi siempre que el Gobierno se equivoca con las cuentas... Y lo que esperaban era que el Ministerio de Fomento bajase los precios del canon y pagase con el dinero de nuestros impuestos la diferencia para que un puñado de empresas privadas hiciesen sus negocios y ganasen dinero.
En una situación "normal" habría ocurrido precisamente ésto, igual que cuando se regalaron las concesiones de líneas de autobús, cuando se privatizó Aena o cuando se regaló la empresa Trasmediterránea al grupo Acciona.
Pero mira tú... Ahora no va a poder ser por culpa del techo de déficit. Y es que si el Gobierno "perdona" una parte de ese canon a las operadoras privadas, tendrá que computar todo ese dinero como un gasto y en cuanto ese gasto en subvenciones a amigotes se acercase al 33% del beneficio del canon, la operación de liberalización se saldaría con un balance cero y quedarían en entredicho todas las ayudas que hemos estado recibiendo de fondos europeos para poner en marcha nuestra flamante red de alta velocidad.
Teniendo en cuenta que a todos los concursantes les pareció desmedido el precio del canon podemos suponer que ninguno de ellos se va a arriesgar a comprar o alquilar material móvil de alta velocidad para no tener beneficios o arriesgar mucho dinero a cambio de nada.
Pero lo más sangrante es que, debido a las presiones de Renfe, Adif solo está dispuesta a sacar a concurso un par de corredores de alta velocidad que quedarían en manos privadas exclusivamente, pero no la línea de Madrid a Barcelona bajo el pretexto de que si no hay demanda para un solo operador, menos demanda va a haber para más de un operador, lo que demuestra que no iba a aparecer ningún Ryanair de los carriles.
¿Cómo acabará la historia?
Bueno... estamos en temporada pre-electoral. No se hablará del asunto hasta que pasen las elecciones y cuando nos plantemos en el año 2016 alguien inventará una fórmula de ingeniería empresarial que consistirá más o menos en una join venture formada por Renfe al 75% y otro operador privado al 25%, que se harán con las líneas a concurso y que utilizarán trenes y personal de Renfe para hacer el mismo servicio que podría realizar Renfe en solitario. Se cumplirá la Ley, la noticia aparecerá en la sección de economía de algún periódico que tapará el escándalo con los supuestos beneficios sociales y de imagen y bla bla bla.
La pena es que con ello ya nos podemos despedir del sueño que algunos albergábamos de la llegada de un operador privado que diese a Renfe una buena lección de cómo se debe gestionar una empresa ferroviaria.
Pero no... No habrá lección. No cambiará casi nada. Cada vez tenemos menos ferrocarril convencional y si tirásemos de hemeroteca, por las promesas que han ido realizando los políticos desde el año 1990, cada vez tendríamos menos déficit y más servicios ferroviarios de calidad. ¿Y qué tenemos?
Tenemos cuatro corredores de alta velocidad con concepción troncal y centralista de los que uno apenas llega al balance cero cuando hay picos de demanda y los otros tres apestan a ruina desde que se inauguraron. Pero lo más importante es lo que ya no tenemos... ¿Y qué no tenemos?
No tenemos ya trenes regionales, ni trenes de mercancías, ni trenes de largo recorrido de velocidad convencional, ni trenes internacionales, ni atención decente al viajero, ni tarifas populares, ni un auténtico servicio público.
En un país que interpreta en clave política el fracaso electoral ajeno como una victoria propia, los directivos de Renfe, que en buena parte son viejos cargos políticos reciclados, interpretarán el fracaso de la liberalización del transporte de viajeros como una señal de que en Renfe "se están haciendo bien las cosas" y como ninguno de los paisanos vamos a decirles nada (más que nada por no perder más el tiempo en cosas inútiles), seguiremos con esta orgía de cierres, alteración de horarios, supresión de servicios y sobre todo, de gasto desmesurado e incontrolable del dinero público en cosas que no podremos medir ni fiscalizar.
Hay quien se aburre con programas culturales como "el hormiguero" y ve en esto un cierto paralelismo con lo que ocurrió con la Ley de Ferrocarriles del año 1855, en la que el Gobierno de Isabel II esperaba inocentemente que con unas condiciones leoninas y caprichosas, las empresas privadas extranjeras vinieran a tirar su dinero en España en un esfuerzo inversor que ni siquiera estaban dispuestos a plantearse las grandes economías nacionales. Nacionales pero no tontas, y profundamente sabedoras del grado de corrupción e inconsciencia que pueden llegar a tener los políticos que se dejan llevar por los cantos de sirena de los aduladores y no se molestan en sumar 2+2 sin ayuda, antes de tomar sus decisiones.
En fin... Así nos va, y lo que es peor... Así nos irá.
Corail
2015-11-02 23:12:18 UTC
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Hola Armando:

Acabo de llegar de un pequeño viaje por Europa. Pasé por Alemania y por Reino Unido.En los dos sitios las tarifas del tren son carísimas comparadas con las de España (bueno... cada vez menos), pero sin embargo la demanda de viajeros era real y bastante alta. No cogí ningún tren de la hora punta y sin embargo la ocupación era muy fuerte.

Creo que por un lado, la renta per cápita de los alemanes y de los ingleses supera sensiblemente la nuestra. No podemos permitirnos el lujo de viajar en trenes de alta velocidad porque sencillamente no ganamos tanto dinero.

No habiendo dinero para AVE, podríamos ocupar trenes menos veloces y más asequibles, teniendo en cuenta que el ferrocarril dejó de ser barato, pero al menos estaría al alcance de nuestro bolsillo. El problema es que no hay opción. O alta velocidad o carretera.

En Hamburgo pasaban más o menos 6 ICE cada hora con diferentes destinos y procedencias. Todos ellos iban medianamente ocupados, pero en ese mismo tiempo contabilicé hasta casi 30 trenes regionales (privados y públicos), que iban considerablemente más llenos, especialmente la línea que va hacia Bremen y que sirve un operador privado llamado "Metronom".

No puedo hablar de la cantidad de trenes de cercanías (S-Bahn) que pasaron porque sencillamente perdí la cuenta. Todos ellos llenos hasta arriba de gente.

Teniendo en cuenta que hay mucha gente en Hamburgo, que Hamburgo mueve una cantidad considerable de dinero y que la zona del mar del norte tiene un tráfico nada despreciable, lo que más me llamó la atención es que la proporción de trenes de alta velocidad era en realidad muy baja en relación al resto de tráficos. Había gente, por supuesto, pero no tanta como la que se movía en trenes regionales o incluso en los propios Intercity.

Más importante aún es el hecho de que el ICE en realidad se cobra como un tren de largo recorrido de prestaciones más elevadas ya que los tramos de alta velocidad en realidad son pocos en comparación a los que tenemos en España.

No quiero olvidar que cada noche sale el tren hacia Munich con asientos, literas, camas y un montón de furgones de "autoexpreso" que iban bastante cargados. Algo chocante para estar hablando del país en el que las autopistas no tienen límite de velocidad.

Más allá de mi simple observación, no tengo ni idea de las cifras de la DB ni de sus competidores, pero lo que me quedó claro es que en una sola hora vi pasar más gente en los andenes de la estación central de Hamburgo que en toda una tarde en Chamartín o Atocha... Algo sangrante si tenemos en cuenta que Madrid tiene casi el doble de habitantes que la ciudad de Hamburgo.

Está claro que ahí hay una cultura de usar el transporte público que aquí no tenemos, pero también está claro que existen opciones para todos los bolsillos. Uno de los días me pegué un viajecito de casi 300 Km de ida y vuelta hacia un pueblo que está pegado a Holanda y pude ver un considerable tráfico de camiones, pero muy pocos autobuses de viajeros... y los pocos que vi eran de servicios locales (a juzgar por la pinta de los buses).

¿Conclusión?

Que no se puede fiar todo a la Alta Velocidad, y si se hace, hay que tratar de llenar trenes, aunque sea a un precio más bajo. Es preferible vender más plazas que poner menos trenes o hacerlos circular vacíos.

En Inglaterra todos los operadores son privados (bueno... no vi ningún tren de BR). Los trenes salen puntuales, están limpios, son cómodos y hay muchas frecuencias... si pierdes uno, el siguiente sale en poco tiempo. Aún así, van hasta arriba. ¿Por qué?

Quizá sea porque el ferrocarril y la situación económica de la zona van paralelos. Monté de Southampthon a Londres y de Londres al aeropuerto de Gatwick. Ambos viajes fueron caros (supongo que la gente paga menos con tarjetas de fidelización) y en ambos viajes los trenes iban llenos (y tampoco era ninguna hora punta). En las estaciones había gente. Mucha gente, y también había empleados por todas partes.

No vi ninguna "estación fantasma" de esas que tenemos por aquí, habitada por tornos y cámaras de seguridad exclusivamente.

Algo estamos haciendo mal, cuando los trenes van vacíos (porque excepto las cercanías y los servicios que circulan una sola vez o dos al día, todo lo demás va vacío). Sin embargo, la carretera cada vez se llena más.

Algo habrá cuando preferimos pagar la gasolina que cada vez sube más alto y nos pasamos media vida en atascos o retenciones antes que viajar en tren, siendo tan rápido como es.

La población de España es comparable a la alemana y a la inglesa, pero ya no existe la filosofía de coger el tren que hay en esos dos países.

¿Por qué?

¿Será porque ya no hay tren?

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