Linuxero
2016-06-22 10:45:50 UTC
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Los ciudadanos, hartos de pagar los efectos de las huelgas de transportes
RICARD CUGAT
Andén abarrotado de usuarios en la estación de metro de Sagrera, este
martes.
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Noticias relacionadas
"La huelga se ha politizado mucho"
"Rodalies no es fiable con o sin huelgas"
"Los servicios mínimos no se cumplen"
"Más allá de las huelgas, el bus es demasiado lento"
Carlos Márquez Daniel Carlos Márquez Daniel
http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/cabreo-entre-usuarios-transporte-publico-huelgas-5219851
@cmarquezdaniel
Martes, 21 de junio del 2016 - 17:30 CEST
PUBLICIDAD
inRead invented by Teads
Hoy ha sido un helicóptero el que ha levantado de la cama antes de hora
a media ciudad. Pero lo normal, en los últimos tiempos, es que la culpa
la tenga la huelga del transporte público, que obliga a los viajeros a
buscar alternativas o a jugársela con los servicios mínimos. Barcelona
vive una era de insólitas movilizaciones en este gremio que han afectado
al metro, al bus y a Rodalies. Centenares de miles de ciudadanos han
visto alterada su rutina. Han llegado tarde a trabajar, han tenido que
sacar el coche del aparcamiento o de la zona verde, han recurrido al
taxi, han probado a ver qué tal la bici o han optado por ir andando. En
cualquier caso, una molestia que todo el mundo quisiera evitar: los
usuarios, por razones evidentes; la empresa, porque pierde validaciones
y ve cómo su imagen se deteriora; las administraciones públicas, por el
desgaste fruto de su incapacidad de resolver el conflicto laboral, y la
plantilla, porque pierde poder adquisitivo y se convierte en foco de la
ira social.
Por ahora, solo el autobús parece haber superado la pantalla de las
huelgas tras la firma, hace dos semanas, del convenio colectivo que
augura unos años de paz. Será así si los sindicatos contrarios al
acuerdo no se abonan a una nueva oleada de movilizaciones, algo que por
ahora no está previsto. En el subterráneo, los viajeros han soportado ya
cinco tandas de huelgas (durante el Mobile World Congress, el
Barça-Madrid, Alimentaria, Primavera Sound y el Sónar) y parece que la
cosa va para largo porque las posiciones siguen alejadas tras más de 20
reuniones entre la dirección y los representantes de la plantilla.
EN JULIO, NUEVOS PAROS
El comité reclama incrementos salariales y mejoras laborales para los
temporales y sustitutos de verano. La empresa cede de manera parcial,
pero sigue sin satisfacer las demandas sindicales. Solo desde principios
de mes, la ciudadanía ha sufrido 13 días de huelga de metro. No hay por
ahora una nueva convocatoria de paros (mañana se pone fin a las últimas
cinco jornadas con el suburbano a medio gas y con colapso en las horas
punta), pero lo más serguro es que en julio vuelva a brotar una llamada
sindical. Durante los meses de julio y agosto es cuando se incorporan a
Transportes Metropolitanos de Barcelona muchos trabajadores para los que
la plantilla reclama mejoras sustanciales y la posibilidad de integrarse
de manera fija en la estructura. El presidente del comité de empresa,
Antonio Ceballos, avanza la probabilidad de que también durante las
vacaciones haya paros, ya que estos empleados “también querrán colaborar”.
En Rodalies, el conflicto se centra en el desarrollo del plan de empleo,
sobre todo en lo que hace referencia a las salidas ordenadas de
maquinistas que se deben cubrir con nuevo personal, así como una mayor
apuesta por el transporte de mercancías. El sindicato Semaf anuló la
huelga del pasado 16 de junio porque el diálogo parecía ir por buen
camino. Mantiene no obstante la de los días 24 y 29 de junio y 1 de julio.
Estos son algunos testimonios de usuarios del transporte público que en
los últimos tiempos han convivido con las huelgas. Coinciden en que la
administración debería dar "un puñetazo en la mesa" para que se llegue a
un acuerdo:
JORDI FERNÁNDEZ. TÉCNICO DE TRANSPORTE SANITARIO
Jordi Fernández es técnico de transporte sanitario. Usa el metro a
diario para realizar un trayecto de unos 12 minutos entre el Eixample y
el Poblenou. “He sufrido las huelgas como un canalla”, asegura, sin
rencor hacia los trabajadores del subterráneo. Asume que los empleados
se movilizan “porque creen que es que lo deben hacer para conseguir lo
que creen que es justo”. Porque una cosa es la plantilla y otra, muy
distinta, según su opinión, los sindicatos, la dirección de la empresa y
el ayuntamientos. A esos, dice, no les perdona las molestias que
arrastra cada vez que tiene que buscarse la vida para llegar al trabajo.
Una odisea. Siga leyendo...
JAVIER BERNUZ. VIGILANTE DE SEGURIDAD
Javier Bernuz vive en Badalona y se desplaza cada día al paseo de
Gràcia, donde trabaja como vigilante de seguridad. Tarda 45 minutos y
hace transbordo: de la línea 10 a la 5 para llegar a la parada de
Diagonal. Se le nota francamente cabreado. Y no solo por una huelga que
le afecta, y de qué manera, sino también “por el incumplimento
sistemático de los servicios mínimos que, además, nadie se encarga de
controlar”. Ha puesto una denuncia que ya está en manos de TMB. Siga
leyendo...
ÀLEX PORTA. ENCARGADO DE ARCHIVO
Àlex Porta trabaja en el centro de Barcelona como archivero del
Departament de Agricultura. Vive en Ripoll y baja en tren cada día. En
esas dos horas aprovecha para leer. Y hace lo propio en el viaje de
vuelta a casa. El coche no se lo plantea, porque entre la gasolina y el
aparcamiento le saldría cinco veces más caro que el abono mensual de
Rodalies, de 181 euros. Las huelgas, en el caso ferroviario, son solo un
añadido al reguero de problemas que arrastra la red que controla Adif en
Catalunya. Por eso Àlex asegura que las protestas laborales las nota
menos, "porque el problema del tren es que ya no es fiable de entrada".
Siga leyendo...
MARINA RIPOLL. PUBLICIDAD
Marina Ripoll tiene 23 años y hasta hace poco era usuaria diaria del
autobús. Lo cogía para ir a la universidad, para ir a casa de su abuela.
Para ir a todas partes, porque le distrae más que el metro, que será más
rápido pero es de vistas poco agradecidas. Vive en la Vila Olímpica y la
agencia de publicidad en la que trabaja está en la Illa Diagonal. En bus
tardaba 45 minutos, una barbaridad si se tiene en cuenta que un punto
dista del otro poco más de seis kilómetros. Ha acabado comprándose una
moto. Siga leyendo...
Los ciudadanos, hartos de pagar los efectos de las huelgas de transportes
RICARD CUGAT
Andén abarrotado de usuarios en la estación de metro de Sagrera, este
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"La huelga se ha politizado mucho"
"Rodalies no es fiable con o sin huelgas"
"Los servicios mínimos no se cumplen"
"Más allá de las huelgas, el bus es demasiado lento"
Carlos Márquez Daniel Carlos Márquez Daniel
http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/cabreo-entre-usuarios-transporte-publico-huelgas-5219851
@cmarquezdaniel
Martes, 21 de junio del 2016 - 17:30 CEST
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Hoy ha sido un helicóptero el que ha levantado de la cama antes de hora
a media ciudad. Pero lo normal, en los últimos tiempos, es que la culpa
la tenga la huelga del transporte público, que obliga a los viajeros a
buscar alternativas o a jugársela con los servicios mínimos. Barcelona
vive una era de insólitas movilizaciones en este gremio que han afectado
al metro, al bus y a Rodalies. Centenares de miles de ciudadanos han
visto alterada su rutina. Han llegado tarde a trabajar, han tenido que
sacar el coche del aparcamiento o de la zona verde, han recurrido al
taxi, han probado a ver qué tal la bici o han optado por ir andando. En
cualquier caso, una molestia que todo el mundo quisiera evitar: los
usuarios, por razones evidentes; la empresa, porque pierde validaciones
y ve cómo su imagen se deteriora; las administraciones públicas, por el
desgaste fruto de su incapacidad de resolver el conflicto laboral, y la
plantilla, porque pierde poder adquisitivo y se convierte en foco de la
ira social.
Por ahora, solo el autobús parece haber superado la pantalla de las
huelgas tras la firma, hace dos semanas, del convenio colectivo que
augura unos años de paz. Será así si los sindicatos contrarios al
acuerdo no se abonan a una nueva oleada de movilizaciones, algo que por
ahora no está previsto. En el subterráneo, los viajeros han soportado ya
cinco tandas de huelgas (durante el Mobile World Congress, el
Barça-Madrid, Alimentaria, Primavera Sound y el Sónar) y parece que la
cosa va para largo porque las posiciones siguen alejadas tras más de 20
reuniones entre la dirección y los representantes de la plantilla.
EN JULIO, NUEVOS PAROS
El comité reclama incrementos salariales y mejoras laborales para los
temporales y sustitutos de verano. La empresa cede de manera parcial,
pero sigue sin satisfacer las demandas sindicales. Solo desde principios
de mes, la ciudadanía ha sufrido 13 días de huelga de metro. No hay por
ahora una nueva convocatoria de paros (mañana se pone fin a las últimas
cinco jornadas con el suburbano a medio gas y con colapso en las horas
punta), pero lo más serguro es que en julio vuelva a brotar una llamada
sindical. Durante los meses de julio y agosto es cuando se incorporan a
Transportes Metropolitanos de Barcelona muchos trabajadores para los que
la plantilla reclama mejoras sustanciales y la posibilidad de integrarse
de manera fija en la estructura. El presidente del comité de empresa,
Antonio Ceballos, avanza la probabilidad de que también durante las
vacaciones haya paros, ya que estos empleados “también querrán colaborar”.
En Rodalies, el conflicto se centra en el desarrollo del plan de empleo,
sobre todo en lo que hace referencia a las salidas ordenadas de
maquinistas que se deben cubrir con nuevo personal, así como una mayor
apuesta por el transporte de mercancías. El sindicato Semaf anuló la
huelga del pasado 16 de junio porque el diálogo parecía ir por buen
camino. Mantiene no obstante la de los días 24 y 29 de junio y 1 de julio.
Estos son algunos testimonios de usuarios del transporte público que en
los últimos tiempos han convivido con las huelgas. Coinciden en que la
administración debería dar "un puñetazo en la mesa" para que se llegue a
un acuerdo:
JORDI FERNÁNDEZ. TÉCNICO DE TRANSPORTE SANITARIO
Jordi Fernández es técnico de transporte sanitario. Usa el metro a
diario para realizar un trayecto de unos 12 minutos entre el Eixample y
el Poblenou. “He sufrido las huelgas como un canalla”, asegura, sin
rencor hacia los trabajadores del subterráneo. Asume que los empleados
se movilizan “porque creen que es que lo deben hacer para conseguir lo
que creen que es justo”. Porque una cosa es la plantilla y otra, muy
distinta, según su opinión, los sindicatos, la dirección de la empresa y
el ayuntamientos. A esos, dice, no les perdona las molestias que
arrastra cada vez que tiene que buscarse la vida para llegar al trabajo.
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JAVIER BERNUZ. VIGILANTE DE SEGURIDAD
Javier Bernuz vive en Badalona y se desplaza cada día al paseo de
Gràcia, donde trabaja como vigilante de seguridad. Tarda 45 minutos y
hace transbordo: de la línea 10 a la 5 para llegar a la parada de
Diagonal. Se le nota francamente cabreado. Y no solo por una huelga que
le afecta, y de qué manera, sino también “por el incumplimento
sistemático de los servicios mínimos que, además, nadie se encarga de
controlar”. Ha puesto una denuncia que ya está en manos de TMB. Siga
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ÀLEX PORTA. ENCARGADO DE ARCHIVO
Àlex Porta trabaja en el centro de Barcelona como archivero del
Departament de Agricultura. Vive en Ripoll y baja en tren cada día. En
esas dos horas aprovecha para leer. Y hace lo propio en el viaje de
vuelta a casa. El coche no se lo plantea, porque entre la gasolina y el
aparcamiento le saldría cinco veces más caro que el abono mensual de
Rodalies, de 181 euros. Las huelgas, en el caso ferroviario, son solo un
añadido al reguero de problemas que arrastra la red que controla Adif en
Catalunya. Por eso Àlex asegura que las protestas laborales las nota
menos, "porque el problema del tren es que ya no es fiable de entrada".
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MARINA RIPOLL. PUBLICIDAD
Marina Ripoll tiene 23 años y hasta hace poco era usuaria diaria del
autobús. Lo cogía para ir a la universidad, para ir a casa de su abuela.
Para ir a todas partes, porque le distrae más que el metro, que será más
rápido pero es de vistas poco agradecidas. Vive en la Vila Olímpica y la
agencia de publicidad en la que trabaja está en la Illa Diagonal. En bus
tardaba 45 minutos, una barbaridad si se tiene en cuenta que un punto
dista del otro poco más de seis kilómetros. Ha acabado comprándose una
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