Dicen que "por sus hechos los conoceréis". Vivimos en uno de los países más punteros en el arte de "sacar pecho". Hablamos de tecnología y se nos llena la boca, pero no somos capaces de dar lecciones a nadie. Me refiero a ese tipo de lecciones que haga que la gente procure imitarte y te ponga como ejemplo de lo que se debe hacer, más allá de lo que podamos leer en los reportajes de la "Vía Libre", que es quizá la publicación con los artículos más efímeros (prueba a leerte un número del año pasado y mira a ver si el tiempo ha dado la razón al que presumía tanto en la entrevista que le hicieron).
No al menos con hechos.
Siguiendo tu mensaje, más allá de lo extra-ferroviario, la eficiencia en talleres no está relacionada con la "motivación" de sus empleados, sino con la forma de trabajar que tienen impuesta o establecida. (Organigrama, metodología, gestión de la calidad, seguimiento del material reparado, etc.) No conozco ningún taller (ni privado, ni público), en que sean sus empleados quienes marquen su ritmo de trabajo ni su productividad. Esto viene "de arriba" y forma parte de la filosofía del propio trabajo. Lamento que no te dejasen subir a las oficinas, porque es en ellas donde realmente podrías haberte hecho una idea de lo que se hace. Además, si lo que insinúas es que se pierde el tiempo en la búsqueda de ratones, trabajar en talleres sería aún más aburrido de lo que implica limitarse simplemente a revisar y reparar el material móvil.
Cualquier forma de trabajar se traduce en resultados. No tengo ni idea (y tú seguramente tampoco), si la gente que viste se dedicaba a mantenimiento preventivo, si estaba en sus horas de esparcimiento en tiempo remunerado (que las hay, incluso en la explotación más privada), o si era un equipo de atención a posibles averías. Nunca vi a los bomberos ni a los médicos de urgencia matarse a trabajar en su tiempo de guardia cuando no hay ningún caso, pero siempre se les recuerda porque están en el incendio o en la urgencia médica y son tremendamente eficaces. Por cierto... cuanto más público es su empleo, son más eficaces. No debería ser así, es cierto, pero eso es porque todos sabemos que un empleo privado equivale a un empleo peor pagado, o bien a una gestión que busca descaradamente el beneficio económico... No debería ser así, digo, pero la Ley lo permite, e incluso diría yo que lo fomenta. A lo mejor deberíamos buscar la razón de esta ineficacia en ciertos colectivos que siempre se forran cuando se privatiza algo que antes era público. Lo malo es que es difícil ver quién sale ganando económicamente cuando aparecen consultores, subcontratistas o políticos en escena.
Al final la teoría se queda en los libros y cuando aparece la iniciativa privada siempre se encuentra a alguien dispuesto a dar una vueltecita más de tuerca en la ya apretada relación calidad-seguridad-precio. El problema quizá está en que cuando una cosa se privatiza, aparece gente capaz de poner su firma por una suma de dinero para asegurar la fiabilidad de lo que otro ha hecho. Cuando la cosa falla y aparece un error, este "asegurador" es despedido, pero nunca cobró por su certificación, sino por estar dispuesto a hacer de cabeza de turco... Su puesto de trabajo no importa demasiado porque en la privada nadie tiene un empleo estable. ¡El dinero hace milagros!. El capitalismo funciona y una buena suma de dinero, en cantidad suficiente y mesurable, permite que la gente haga sin dudar cosas que jamás haría siguiendo su instinto, conciencia o moral. Dicen que todos tenemos un precio y es totalmente cierto. Solo es cuestión de saber ese precio y nuestros límites... La seguridad no es el primer objetivo a cumplir (por decirlo suavemente) y, viendo el uso indiscriminado que ahora mismo se está haciendo de la cárcel por parte de un buen puñado de personajes que hace pocos años estaba en el poder, a uno le entran dudas de que realmente se esté castigando a nadie, o que la condena de un Juez realmente sirva para marcar las conductas poco deseables. En fin... que a uno le entran dudas hasta para plantearse si pisamos sobre algo firme en estos años de fango sobre el fango que nos está tocando vivir.
Renfe y Adif han comparecido sobre lo del accidente... Nadie ha dicho que hubiese actuado mal. Todo se hizo correctamente. El refuerzo de seguridad sin precedentes que se está realizando sería espúrio, al menos en teoría. La responsabilidad de un accidente de un tren que es de Alta Velocidad (por muy descafeinado que nos lo quieran pintar ahora), es de un solo hombre, cuyo trabajo consiste en guiar un tren a más de 200Km/h, pero como en los viejos tiempos... No hay ningún tipo de asistencia a sus posibles errores y nadie ha reconocido públicamente que esto sea un peligro, porque ese reconocimiento implicaría una aceptación de culpa que acabaría en dimisión. Nadie dimite. Nadie ha hecho mal. Nadie está dispuesto a dar la cara. Eso es suficientemente fuerte como para que nos planteásemos hasta dónde hemos llegado, pero no.
Mi amigo Armando Guerra está dispuesto a señalar al presunto tercermundismo de la forma de trabajar del país europeo que más tráfico ferroviario soporta, con uno de los índices de seguridad más sólidos del mundo civilizado. Eso sí que es tener vergüenza torera.
He tenido la ocasión de trabajar en equipo con gente de otros países. En Colombia, por ejemplo, lo normal es que las jornadas de trabajo sean extremadamente largas (te hablo de más de 9 horas presenciales), pero la eficacia y la calidad de ese trabajo es otra cosa (sería más sencillo encontrar un auténtico impacto en la eficacia y la calidad mirando hacia otras variables como la remuneración y los incentivos recibidos, lo que nos llevaría a la auténtica razón de la eficacia o ineficacia de cualquier actividad laboral humana). Está muy atrasado eso de medir la eficiencia en el número de horas que se dedica a la jornada laboral y también en otros detalles como la uniformidad (en puestos no estrictamente de cara al público) o incluso la retribución dineraria, estrictamente y sin tener en cuenta otras variables.
Lo cierto es que en todos los ferrocarriles europeos, las líneas de alta velocidad y los corredores preferentes de viajeros tienen un tipo de servicio diferente (más cualificado) que involucra unos efectivos diferentes y donde no se requiere el nivel de eficiencia o seguridad que demanda la circulación a alta velocidad, simplemente se trabaja de otra forma. En España no tenemos este problema. Cuando aparece una línea de alta velocidad, las demás áreas simplemente se esfuman o se subcontratan por dos duros y son imposibles de controlar si no eres de la contrata.
Por muy primitivos que sean los enclavamientos de Mainz o de cualquier otro nudo ferroviario, lo cierto es que la tecnología alemana (LZB) fue lo que nos permitió poner en funcionamiento el AVE de Sevilla. Fue esa misma tecnología alemana la que permitió circular de forma regular en la línea de alta velocidad de Barcelona con un material móvil que parece más robusto y bien diseñado que el que se estrelló en Santiago. No sé... veo demasiado casual que la tecnología de ese país sea equivalente de calidad y sin embargo, entre bastidores resulte que están tan atrasados. A lo mejor ese "atraso" nos sigue permitiendo disfrutar de sus trenes de alta velocidad sin gilipolleces de mostradores de embarque, sin estaciones-aeropuerto y sin haber tenido que cambiar el nombre a las clases del tren (primera y segunda de toda la vida, en lugar de preferente, turista, turista plus, club y demás inventos) para simular las del avión. Me pregunto a qué está esperando Renfe para poner los cinturones de seguridad y prohibir el uso de móviles durante el despegue.
Es posible que lo que nos pasa es que necesitamos justificar todas las nuevas ideas (incluso las injustificables) y atraídos por esta sensación de tecnología puntera que nos han inducido, sintamos la tentación de volver a inventar la rueda y de cambiar incluso lo que no debería haber cambiado nunca. Quizá por eso no puede parecer chocante que existan marmitas en alguna playa de vías, cuando aquí hemos motorizado hasta la última aguja (incluso en sitios donde únicamente se mueven dos trenes al día), o automatizado cualquier sistema de bloqueo, aunque sea a costa de poner un par de cuentaejes para que aparezca el nombre más bonito en el libro horario. Al final hay accidentes porque más allá del barniz, todos esos cambios se hacen con una inyección presupuestaria insuficiente, ya que la propia redacción del proyecto o la asesoría, se lo han comido casi todo. Eso no lo ve el ciudadano de a pie (por eso, los del grupo de política se hacen pajas mentales sobre un supuesto atentado terrorista)... Como si no tuviésemos ya bastante "terrorismo" con la forma en que se gestiona todo lo público por estas tierras.
La realidad es incontestable. No sé qué tecnología les permite mover el volumen de tráfico tan brutal que tienen y si lo han logrado con técnicas del siglo XIX es porque posiblemente saben cómo hacerlo. Tenemos un bonito ferrari con el último grito en diseño y el no va más en potencia, pero no sabemos conducirlo... lo más humillante es que, si tienes razón, ellos podrían ganarnos cualquier carrera con su humilde tractor. ¿Sabes?... sospecho que lo que pasa es que nuestro Ferrari no tiene un motor de verdad bajo el capó... hemos puesto otro motor, pero lo hemos pintado bonito para poder presumir.
¿No sería cuestión de mirar si no seremos nosotros los que estamos equivocados?
Ah no... no podemos equivocarnos, porque seguramente sabemos más de ésto que ellos... Claro. Por eso nos va como nos va. En todo.